jueves, 17 de marzo de 2022

 Suelo compararme con ella, no desde la envidia, sino desde la admiración. ni si quiera es desde la admiración, es desde la inferioridad, como me ha pasado toda la vida. Es hora de aceptarlo, que la admiro también es cierto, pero la comparación es desde la inferioridad. es independiente, empática, inteligente, a nivel social y emocional, y yo a veces no sé qué soy. Ha ayudado a una familia ucraniana, y eso me alegra, pero también me hace sentir pequeña, ¿Qué estoy haciendo yo por los demás? Ni si quiera fui capaz de seguir haciendo un voluntariado con personas mayores. No conseguí ser constante, al cabo de un tiempo me cansé, y lo dejé, y ahora no soy capaz de enfrentarme a ello. Cuando me hago la pregunta de qué puedo hacer yo por los demás, se me ocurren muchas cosas, pero luego no soy capaz de iniciarlas, y trato de entender que no todos tenemos las mismas capacidades, que no todos tenemos porqué ser iguales, que no todos tenemos porqué hacer lo mismo, pero me suena a excusa. No entiendo porqué me castigo tanto, porqué siempre pienso que no soy lo suficientemente generosa, o empática. Cuando sé de sobra que ha habido momentos en mi vida que sí he intentado ayudar a alguien o aportar algo bueno o bonito a los demás. Pero aún así, la sigo mirando desde abajo. La sigo viendo más grande, y me sigo viendo pequeña en comparación con ella. Y a pesar de saber que no es cuestión de comparaciones, que tan solo es cuestión de formas de ser, de que cada uno aporta a su manera, que cada uno hace lo que puede en función a su carácter, todo me suena a excusas. Quizá sea momento de dejar de castigarme, y aceptarme. ¿y cómo se hace eso? ¿Cómo aprende uno a aceptarse? Conociéndose primero, supongo, porque no es fácil admitir que uno no es como cree que ha sido toda la vida. Me creía empática, tolerante, y muchas cosas más, y con la edad, con el tiempo, con los años, he descubierto que no soy tan de todo eso como yo creía. Y es duro mirarse por dentro y ver que uno no es tan bueno como se creía. Será cuestión de mirarse por dentro y de ver también lo bueno. De quererse al fin y al cabo. Quiérete.  

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