viernes, 6 de agosto de 2021

Despedidas.

Una despedida nunca es fácil. Ya sea una despedida involuntaria o voluntaria, impuesta o elegida, nunca es fácil. Supone decir adiós a alguien. Si las vivencias con ese alguien han sido bonitas, positivas, cargadas de cariño y comprensión...toca realizar un duelo duro. Si ese alguien ha dejado tras de sí un reguero de dolor, lágrimas, traumas y toxicidad, toca alejarse y desintoxicarse, y tampoco eso es fácil. Hay que poner mucha conciencia y voluntad en ello.

Luego están las despedidas ausentes. Es como cuando la persona de la que te despides sube a un tren. Al tren de su propia vida, de su propio camino elegido. Esa persona ya no quiere que la acompañes en el tren de sus momentos, y te quedas allí, en el andén, observando primero cómo se aleja lentamente, ese tren que parte con tu compañero/a y sin ti, va tomando velocidad hasta que dejas de divisarlo. Y sin embargo tú te quedas ahí, diciendo adiós con tu mano a nadie, a nada, porque ya no hay nada, tan sólo el vacío, tan sólo el recuerdo. Te quedas diciendo adiós a un recuerdo.

Están las despedidas en las que una parte no asume que la otra ya se ha ido, e intentas retener algo de esa persona, intentas que al menos se quede en nombre de la amistad, pero esa persona ya no tiene ningún interés. Y llamas, y hablas, y le escuchas, y te vuelve a hacer reír con sus ocurrencias, y te vuelve a contagiar su risa, pero cuelga, y se vuelve a ir. No te engañes, es algo pasajero, es sólo un momento, no es real, es como un espejismo, un oasis en medio del desierto que al final no es. Hasta que llega el bendito día en que sientes que ya no hay más, y sueltas, y te quedas sólo con el bonito recuerdo, y la pena por no haber podido retener a alguien que aportaba tanto. 

Luego están las despedidas engañosas. Aquellas personas de las que crees que te has despedido, pero que siguen viniendo a tu memoria, que siguen apareciendo en tus sueños, y de las que sigues esperando un mensaje limpio, sano, pero que nunca llega. 

Por eso nunca se sabe cuánto puede durar una despedida. Por eso una despedida...nunca es fácil. 

Y por último, están las despedidas que se vuelven reencuentro, y ahí es donde la magia y la ilusión, aparecen de nuevo. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario