miércoles, 10 de diciembre de 2014

Lo bueno, si breve...

...dos veces bueno.
Por eso hoy seré breve. Sólo quiero dejar constancia, de que voy a independizarme de ti. Voy a ser independiente de ti.
Sí, pudieron separarnos, alguien intentó desclavarnos, y lo consiguió.
Ese alguien fue el tiempo.
Ni yo soy ya tu alma, ni tú eres ya mi suerte. Hasta pronto.

sábado, 6 de diciembre de 2014

Tan sólo

"Se me antoja tu boca, regalo de una noche..."

Esta noche se me antojó tu presencia. Tu sonrisa, tus ojos a veces traviesos, y porque no decirlo, se me antojó tu boca,  y algún que otro beso tuyo...
No se si será el rocío que me hiela las entendederas, o el frío que me cala los huesos, pero se me antojó un abrazo tuyo.
No se si será este sentimiento de que te pierdo que me acompaña desde hace ya tiempo, pero se me antojó una de esas charlas frente a una copa, aquellas charlas que duraban horas y parecían infinitas. Horas llenas de risas. Se me antojó una noche de aquéllas. Se me antojó hasta compartir la cama, y dormir rodeada por tus brazos.
Menos mal que tan sólo es una noche. Tan sólo una. Tan sólo.




jueves, 6 de noviembre de 2014

El lugar de los buenos corazones

Llegó, y se sentó en una roca.
A los pocos minutos sintió una presencia a su lado, de pie. Miró, y era él. Tenía una sonrisa dibujada en sus labios, limpia de rencores, de dolores, y sin rastro alguno de los zarpazos que un día la vida le dio.
Ella le devolvió la sonrisa, también limpia del dolor que él le causó.
Con un gesto, le indicó que se sentara a su lado.
"¡Hola!"
"Hola"
Luego...silencio. Se quedaron largo rato contemplando ese mar que un día compartieron sus miradas enamoradas, sus corazones en aquel momento sanos.  Al cabo de unos minutos...
Ella: Te he estado buscando mucho tiempo.
El: Lo se, pero buscaste en el lugar equivocado.
Ella: Eso parece. Te buscaba en él, pero no era allí donde estabas, te buscaba en fotos, en contactos relacionados con él, incluso después de mucho tiempo, te seguía buscando en alguien que ni si quiera tiene el mismo aspecto que cuando tú estabas con él. No sabía que existía este lugar, no sabía que estabas aquí, te busqué allí donde te perdí, fue frustrante, tuve que dejar de buscarte por culpa de aquellas heridas, de aquellas sinrazones.
El: También lo se, no vuelvas allí, no estoy allí, no tuve la culpa, él mismo me echó, y quise quedarme aquí, donde un día también nos sentamos juntos, pero tú nunca viniste, a pesar de haberte llamado, me colaba en tus sueños, ¿Cómo no te diste cuenta? ¿Cómo no acudiste a mis llamadas? sabías que teníamos una conversación pendiente.
Ella: No sabía que estabas esperándome aquí. Creí que habías muerto...Creía que era mi subconsciente el que te invitaba a mis sueños sin permiso. Nunca has estado ausente, siempre venías, como tú bien has dicho, en forma de sueño, de pensamiento, de recuerdo... incluso cuando te desvanecías, siempre encontrabas la forma de colarte...
El: ¿Qué hay ahora?
Ella: ¿Ahora? Ahora ya no hay nada, los recuerdos cada vez son más difusos, más lejanos, más borrosos, más espaciados en el tiempo...No es tu culpa, tú solo has sido una víctima más.
El: Lamento que me borres de tu memoria por culpa de él.
Ella: Lo se, pero no puedes estar conmigo por siempre, no puedo creer en algo que ya no existe, él decidió echarte, pero yo se que exististe, intentaste imponerte, pero él era demasiado fuerte, sé que lo intentaste con fuerza, las pocas que te quedaban, porque él cada vez se hacía más grande, no fue culpa tuya, tranquilo.
El: Sí, es cierto, lo intenté, y a veces lo logré, no quiero que borres esos recuerdos, esas pocas veces que logré conquistarle, y en consecuencia, hacerte feliz a ti.
Ella: No te preocupes por eso, sé que exististe, sé que fuiste tú el creador de todos aquellos momentos, y hay cosas que no tengo porqué olvidar. Recuerdo cuando me ayudaste a tomar aquella decisión que ahora se ha convertido en uno de mis mayores y mejores recuerdos, aquello, en gran parte, te lo debo a ti. Eso no se me puede olvidar, ni quiero.
El: Eso me deja más tranquilo. Existí, fui real, solo que no conseguí sobrevivirle a él...
Ella: Era demasiado destructivo para ti.
Después de otro momento de silencio...
El: ¿Cómo estás ahora?
Ella: ¡Bien! Aprendí mucho de todo aquello, y me hice un poquito más fuerte, más consecuente, aquello me hizo tener más claras las cosas, y me hizo un poquito más valiente.
El: ¿Debo alegrarme entonces?
Ella: Ya todo pasó, si estás contento porque sucediera, entonces sí, debes alegrarte.
El: ¿Le guardas rencor? ¿Te queda algún resquicio de dolor?
Ella: No, ya no. Me costó mucho superarlo, pero ya no hay nada, ni rencor, ni odio, nada.
El: ¿y con respecto a mi?
Ella: ¿Tú? Sinceramente...yo ya no se si tú exististe, o eres solo un sueño que yo tuve...pero hay gente que no consigues olvidar jamás, no importa el tiempo que eso dure...Tranquilo, ahora sé que sigues aquí, en un buen lugar, a salvo de aquel que te expulsó del lugar que te pertenecía, a salvo de aquellos recuerdos que le destrozaron. No podías vivir mucho más con él, realmente, no era ese el lugar que te correspondía, tu lugar está aquí, el lugar donde los corazones buenos se refugian cuando intentan destruirlos, cuando los expulsan de un cuerpo casi maldito, ahora sé que estás a salvo. Ahora puedo volver tranquila sabiendo que estás aquí, este sí es tu sitio.
Ella se levantó, no sin antes acariciar su rostro por última vez, y clavar sus ojos oscuros en aquel otro mar verde donde a ella, hace ya mucho tiempo, le gustaba perderse...
El: ¿Ya te vas?
Ella: Sí, tengo que volver. Me esperan, yo conseguí sobrevivir, yo decidí quedarme con ella, jamás la abandoné, por muy destruida que estuviera, tengo que volver con ella, es mi deber, y es lo que quiero, porque la quiero.
El: Aquí estaré, puedes venir a verme siempre que quieras.
Ella: Prometo recordarte a ti, a todo lo bueno, pero debemos seguir adelante. Solo vine porque se lo debía, pero dudo que vaya a regresar. Solo cuando me corresponda, que será cuando deje de latir, y espero que ese momento esté muy muy lejos. Sé que ella no me abandonará. Debo irme, me está esperando.
El: Dile que lo lamento, que yo quería quedarme, que lo intenté con todas mis fuerzas, lo prometo.
Ella: No es necesario que lo prometas, ella lo sabe. Es consciente de todo. No te preocupes, yo te prometo intentar mantener vivo tu recuerdo, aunque sea a ratitos, ahora debo irme. Gracias por recibirme, él allí nunca quiso
El: Sé feliz, es lo que quiero, y lo que él hubiese querido si no me hubiese echado...Sé feliz, y cuídate como hasta ahora lo has hecho.
Ella se levantó, le dedicó una última sonrisa, y se marchó sin mirar hacia atrás...nunca más.

jueves, 29 de mayo de 2014

Para ti. Por ti.

Hoy voy a escribir para ti.
Por ti.
Por la impotencia que siento de no poder hacerte entender, de tener que esperar a que pasen los años y los daños para que sean ellos los que te enseñen, y no quiero, porque me duele lo que te duele.
Es injusto que la vida sea así, que tengas que caerte para volver a levantarte. De ahí mi impotencia. No quiero, y sin embargo, no lo puedo evitar. Qué frustrante resulta...
A veces quisiera que de pronto tuvieras 30 años, para que entendieras ciertas cosas que a tu edad no puedes entender, y que una vez que lo hubieras aprendido, sin dolor, volvieras a tus casi 15, y enmendar tus errores sin necesidad de caerte.
A veces quisiera hacerte entender que una verdadera amistad se forja con el tiempo, en meses e incluso años, no en tres semanas, y que, incluso siendo duradera, en cualquier momento, alguno de los dos puede fallar.
Quisiera hacerte entender que una verdadera amistad entre un hombre y una mujer es casi siempre, imposible.
Quisiera hacerte entender que "los mayores" no pensamos que tu única preocupación sea estudiar.
Quisiera hacerte entender que sabemos que es una edad difícil, en la que tú y tus emociones sois como un mar, a veces en calma, a veces tormentoso, y que, como la marea, a veces subes, a veces bajas. Lo que no sabes, es que yo y los que te rodeamos ahora somos un poco marineros, porque también estuvimos en ese mar, y lo conocemos.
Quisiera hacerte entender que el típico tópico de "yo también tuve 15 años" no es una frase hecha, puede que los tiempos hayan cambiado, pero las emociones y los deseos de esa edad, no.
Quisiera hacerte entender que no es bonito crecer demasiado deprisa, que tienes toda la vida por delante para, por ejemplo, subirte a unos tacones.
Quisiera hacerte entender que si publicas cada emoción en una red social, le das poder a tus enemigos, la información es poder, y le das poder para usarlo todo en tu contra, y hacerte daño. Que si publicas cada emoción en una red social, la gente que de verdad te quiere, te preguntará, porque se preocuparán por ti. Que las consecuencias de publicar a cada momento lo que haces en una red social, son que las personas te pregunten, y que algunas, saquen conclusiones que no son. Si voy a un bar lleno de gente que conozco, y grito "sonrío gracias a él, cuánto le quiero", probablemente todos pensarán que estoy enamorada, aunque no sea cierto, y muchos preguntarán, algunos, los menos, por verdadero interés, otros, por mero entrometimiento. Si alguien te importa, solo ese alguien debe saberlo, no tus 300 y picos seguidores. A este respecto, solo espero que te des cuenta pronto, y que no seas tan torpe como yo, que me di cuenta quizás demasiado tarde.
Quisiera hacerte entender que SÉ que a veces tus emociones son como el torrente de agua que una presa reprime, un torrente de agua conteniendo toda su fuerza y energía,  y que cuando se abren las compuertas, sale desbordado. Si necesitas sacarlos, mi consejo es que lo hagas con alguien de tu confianza, que sepas que no te va a traicionar. Que tu compuerta no sea una pantalla de ordenador, o de móvil, que sea una persona a la que quieres, y que te quiera de verdad.
Me alegro de no desear que entiendas que para labrarse un futuro, es necesario empezar ahora. Por suerte eso ya lo entiendes, y lo haces.
Quisiera hacerte entender que si escribo todo esto, es porque me importas, y porque te quiero con locura, porque veo tus errores, y nada puedo hacer, porque no quiero que nada te duela, ni quiero que te hagan más daño, créeme, es frustrante no poder hacer nada.
Podría haberlo hecho en una red social a la que tuvieras fácil acceso sin tener que enviarte este enlace, pero entonces lo hubieran visto personas que no tienen porqué verlo. Y hubiesen hecho preguntas, y hubiesen hecho conjeturas, y tendrían demasiada información que no les importa.
Sólo escribo esto para ti y para mi. Sobre todo para ti.
Quizás no hayas entendido una mierda de todo esto, algún día lo harás, y es ese "algún día", lo que me mata.
Te quiero. Te quiero más de lo que te imaginas.

miércoles, 7 de mayo de 2014

Llegó a casa. Cogió el último cigarrillo que le quedaba, y comenzó a escribir...
Acababa de estar  con Gabriel, tomando una copa que le había hecho llegar a casa algo menos sobria de lo normal, y sumirse una vez más en sus propios pensamientos, aunque no necesitaba alcohol para reflexionar, casi lo hacía continuamente, aunque no siempre dejaba constancia escrita de dichas reflexiones.
Llegó a casa con el sabor de boca que aquel gin-tonic le había dejado, y con el fastidio de no poder disfrutar de su presencia, de sus charlas, de sus risas, de la manera que ambos merecían. Siempre que estaba con Gabriel en un lugar público temía si Alfonso se enteraría, si alguien en común los vería.
Y es que Gabriel no era tan solo su ex, era su confesor, su apoyo incondicional, mucho más que un amigo, y él lo sabía. Por alguna extraña razón, ella temía que Gabriel la olvidara, que alguna otra borrara su recuerdo, porque ella, a pesar de no haber existido ese amor necesario para que una relación incipiente continúe, guardaba grandes y muy buenos recuerdos de él.
Había pasado algún que otro hombre más, no muchos a decir verdad, desde que Gabriel y Marta lo dejaron, pero la diferencia entre el pasado de ella y Gabriel, es que, cuando Marta miraba hacia atrás en la playa por la que paseaban sus recuerdos, la huella de Gabriel le hacía sonreír. No era así con los demás.
No estuvieron enamorados. Quizá por eso eran tan buenos amigos, quizá por eso, y porque él siempre había estado ahí, porque él jamás le falló, podían ahora tener esa relación especial que tenían. Así lo sentía ella, y así quería que lo sintiese él, aunque Marta no sabía a ciencia cierta qué era lo que él pensaba...
Como decía el Gran Maestro en una de sus sabias canciones, lo que daba letra a sus sentimientos era ese: "Que nos desclaven si es que pueden, que nos separen, que lo intenten..." Pero temía que no fuese igual para Gabriel. Se sentía unida a él de una manera extraña que no podía explicar ni si quiera en su diario privado.
También sabía que Gabriel leería aquello, puesto que siempre sabía leer en su corazón, bien porque ella desde el principio se desnudó, y a esas alturas, también porque él la conocía demasiado. Pero era la única persona que leería en lo profundo de su corazón, y a ella no le importaba que así fuera.
Sabía que algún día sus caminos se separarían, pero también sabía que cada vez que algún cliente de la misma ciudad de Gabriel se sentara en el bar donde ella trabajaba, acabaría diciendo lo mismo con una sonrisa que llenaba sus labios: "¡yo tuve un novio maño!
Cerró su diario, se puso el pijama, y con la extraña mezcla de sensaciones, se durmió.