miércoles, 13 de noviembre de 2013

Barcos y destinos

Voy en un barco. Es un día cualquiera, de invierno.
Hace frío, pero el sol consigue mitigar la sensación térmica, alumbra con todo su esplendor, y calienta.
En este barco hay cosas que no funcionan, no veo el destino, no veo la isla a la que se supone que debo llegar, hace poco que partimos, y aún es pronto para divisar tierra.
Como decía, en este barco hay cosas que no funcionan como deberían, como todos los barcos...
Es un barco hecho por el hombre, y el hombre, no es perfecto.
Me siento tranquila, no hay problema de motor, las velas están izadas, el viento es favorable..."aún habiendo algo que no funcione, siempre me quedará el salvavidas, ya no es la primera vez que se me hunde un barco, y sigo aquí, tratando de conquistar el océano, mi propio océano..."
Sumergida casi sin darme cuenta en esos pensamientos, recuerdo otros barcos con los que traté de viajar, los diviso más atrás, imaginarios, fantasmagóricos...algunos lejanos ya, otros aún presentes...
Sigo viendo ese barco maravilloso, ya con otro timonel, pero su capitán sigue guiñándome el ojo, sonriendo para hacerme sonreír...aquel barco maravilloso...tengo la agradable sensación de que ese jamás se hundirá, puede que no lleguemos al mismo destino, pero siento que siempre irá paralelo a mi. "¿qué pasó con aquellos otros barcos? ¿no supe llevar bien el timón? ¿no supe revisar y solucionar todos los problemas? ¿el compañero de viaje me falló? ¿quizás mi brújula no está bien orientada?", me pierdo en esas preguntas mientras con una sonrisa melancólica observo a mi timonel, concentrado en su labor, a veces hasta entregado a ella. O puede que siempre entregado a ella, y que, o no quiera hacérmelo ver, o no me de cuenta.
Esos barcos no están hundidos, realmente, me siguen. Son como barcos fantasmas que me recuerdan que un día estuvieron conmigo, que de ellos aprendí a manejar mejor el siguiente barco, que me enseñaron, que, independientemente de si la travesía fue mejor o peor, de si fue en una tormenta o un mar en calma, estuvieron ahí, viajando conmigo y compartiendo un momento de mi vida.
No, no son barcos hundidos. Ni son barcos de carga. Son barcos...históricos, sí, eso es, barcos históricos...barcos que me ayudaron a escribir una historia, y reescribir otra, y a conocer mejor mi propio mapa.
En algún momento, esos barcos se desviaron del camino marcado, se introdujeron en medio de una tormenta  de la que no conseguimos salir juntos, el porqué, casi ya no importa, lo único importante es aprender y entender, que, fuera como fuese, en medio del naufragio, mi mejor salvavidas, fue mi propio corazón, y mi propia alma...

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