sábado, 30 de julio de 2022

Durante una mirada...

 Y qué importa si esa mirada es real, o virtual, ¿no? El caso es que me has mirado. No sé porqué, pero me has mirado. Y esa mirada sólo hace alimentar mi fantasía de cuento en el que nos hemos perdonado. Mira Alejandro, sí, se acabaron los misterios, yo no sé qué es de tu vida ahora, créeme que me encantaría saberlo, pero yo, a la vista está, que no te he olvidado, te me apareces en sueños, te me apareces en número, (el 11, ya sabes, ¿lo has olvidado? yo no), y te me apareces en otros ojos ajenos. 

Tengo que reconocerlo, te me has quedado clavado en el corazón, ahí tienes tu parcelita pequeña, que a ratos olvido y se seca, pero que nunca muere, porque siempre hay un recuerdo que la acaba regando. ¿Puedo vivir con ello? SÍ. Casi tengo asumido que nuestros caminos no volverán a cruzarse, como debe ser (de esto aún estoy intentando convencerme, de ahí el casi).

Pero, ¿a quién estoy intentando engañar, si al fin y al cabo aquí estamos solos tú y yo en este momento?. No, no tengo asumido que no nos volvamos a cruzar, de hecho, estoy CASI convencida de que en algún momento de esta vida o la otra, tenemos que volver a encontrarnos, tenemos que volver a hablar, y a sonreírnos. ¿que porqué esa fantasía? Porque me da paz Alejandro, porque me da paz, y felicidad. Aún sabiendo que quizá tú ya no sientes nada, que la parcela que me gané en tu corazón un día la acabaste por arrancar, déjame a mí con mi fantasía. Pero...si la arrancaste... ¿porqué esa mirada entonces? Dime, háblame de alguna forma, déjate de señales con números, de encuentros en ojos ajenos, y háblame tú. Háblame.